Las enseñanzas que nos dejó la última elección presidencial


El año 2022, en su primer semestre, ha sido el mejor de Colombia en 200 años.


Lo primero que se resalta de lo que va este año, sin duda, es el hecho sucedido el pasado 19 de junio, cuando por primera vez en la historia política colombiana, ganó la Presidencia un candidato del pueblo, de la Colombia profunda o de los nadies o del que es de una ideología distinta a la que siempre estábamos acostumbrados a ver.


Esta vez, una mayoría del pueblo diverso de nuestro país, decidió bien y eligió a su candidato, el cual no solo se enfrentó al desconsiderado gobierno que se apoderó de todo, de la Procuraduría, Fiscalía, Contraloría, Policía y el Ejército. Solo le faltó, por fortuna, tener el control de los dos más esenciales poderes: El judicial y el pueblo.


Por eso también debemos destacar la contribución importante de ese poder judicial, para que más de 11 millones de colombianos hubieran votado por el evidente cambio de gobernantes, pues con sus fallos en contra de miembros trascendentales e "intocables" del partido político que venía gobernando desde hace veinte años, ayudaron al pueblo a pensar que no eran ni son los impolutos o la 'gente de bien' con las que nos engañaron todo el tiempo, al punto de que nos etiquetaron o apodaron con el remoquete de "mamertos".


Pues bien, esos "mamertos" le respondieron como debe ser, con democracia pura, al régimen decadente, para que respeten y no vuelvan a faltarle más nunca el respeto al que una vez los subió al poder, en pocas palabras, para que no sean desconsiderados.


Sin embargo, el triunfo en esta ocasión de una mayoría del pueblo, además de demostrarnos a nosotros mismos y al mundo entero que ya despertamos y no somos lo que creían, dejó otras enseñanzas muy buenas. Como por ejemplo, que en este país nada es imposible y todo se puede, menos revivir a las víctimas inocentes asesinadas en el periplo que nos llevó a la actual situación del despertar colombiano. Aprendimos que para llegar a ser Presidente o Vicepresidente no se necesita venir de una familia millonaria con apellido de abolengo. Así mismo que, hasta un exguerrillero y una exempleada doméstica, pueden ser Presidente y Vicepresidenta.


Pero lo más trascendental que aprendimos fue que, ningún político es dueño del país, el cual es de nosotros mismos, porque podemos quitar y poner presidentes cuando queremos, ya que somos los verdaderos dueños.

Publicar un comentario

Publicar un comentario

Álvaro Cotes Periodista