El fin del "Titanic colombiano"
Por Álvaro Cotes Córdoba
Pareciera ser que la mujer, además de ser lo mejor que se creó en este mundo, en muchas historias reales de la historia de la humanidad, aparece como la causante de muchas desgracias o tragedias.
En la primera que ocurrió, nos dice la Biblia, Eva ocasionó la expulsión del paraíso de ella misma y de su amado Adán. Otra fue Cleopatra, por cuya relación con dos emperadores romanos, estos últimos fueron asesinados y ella después se envenenó. Y en la caída de Troya, de la misma manera se ha dicho muchas veces que fue por una bella mujer.
En Colombia igualmente existe un montón de historias en donde las mujeres han sido las detonantes de tragedias. Yo conté una en mi libro, La crónica de una vendetta, en donde dos familias guajiras, los Cárdenas y Valdeblánquez, se mataron entre 1970 y 1985, por el deshonor de una mujer. Hoy les traigo otra que ocurrió en 1961, en un municipio ribereño del departamento de Bolívar.
El 17 de febrero de 1961, casi un año después de que yo naciera, el vapor turístico "David Arango", también conocido como "El Titánic colombiano", atracó en el puerto del municipio de Magangué, en el departamento de Bolívar.
En la ostentosa embarcación había una selecta tripulación que se pavoneaba por su capacidad adquisitiva de poder y tal vez por eso, en cada puerto que llegaban, se bajaban para exhibirse, con el pretexto de conocer o comprar productos autóctonos.
Ese día no fue la excepción y Vilma (nombre ficticio), una de las selectas pasajeras de aquel entonces crucero del río Magdalena, hizo lo mismo que todos y todas. Debió ducharse, perfumarse, ponerse todas las alhajas de su ajuar de prendería y planchar su vestido. Y tal vez en su afán por ser una de las primeras en bajar del enorme vapor, no se percató en dejar todo en orden dentro de su camarote.
Horas más tarde, cuando regresaban al viejo puerto del municipio ribereño y tras recorrer sus calles polvorientas junto con el resto de pasajeros exhibicionistas, quedaron fríos y conmocionados, al ver que la gloriosa embarcación en la que arribaron ese día a Magangué, estaba envuelta en llamas.
El fuego consumió una parte importante de la vieja embarcación y la dejó inútil para siempre. Las llamas debieron ser apagadas por todos en aquel pueblo, incluyendo la tripulación y de seguro, una vez lo lograron y luego de varias horas de investigación exhaustiva en lo que quedó del "Titánic colombiano", descubrieron el origen de la conflagración.
El fuego se había originado en uno de los camarotes. Y cuando Vilma supo que se trataba el de ella, se acordó entonces de la plancha que había dejado conectada por bajarse rápido de aquel vapor. Esa vez la tragedia fue para los dueños del emblemático barco.
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