Morir solo y en Navidad


El cuerpo yacía en la sala. Los policías lo encontraron sobre un sofá, frente a un televisor encendido, luego de que un vecino los llamara, para avisar sobre un olor fétido que emanaba de su residencia contigua.


La vivienda le pertenecía a un señor de nombre  Pedro Enchicle, por lo que fue fácil suponer que el cuerpo era el de él. Estaba descompuesto, lo que hacía evidente que no había muerto ese mismo día. Se veía que llevaba mucho tiempo ahí.


La última vez que lo vieron sus vecinos, había sido cuando sacó la basura para echarla en el contenedor comunitario del barrio, cinco días antes. Se le había visto normal, incluso más amigable que todos los días.


Unos pocos mueren solos, sin testigos. Nadie reclama sus cuerpos, nadie guarda luto. Apenas un nombre en una lista. Ese día, el señor Pedro Enchicle, de 72 años, fue uno de ellos. Sin embargo, su muerte aún en soledad, desata todo un proceso que involucra a una serie de personas, las cuales dependen a diario, en parte o en su totalidad, de la muerte de alguien, así sea sola y en Navidad.


Miles de personas mueren cada año en Santa Marta. Una cifra que no deja de disminuir. Se vive más y mejor. La mayor parte de quienes mueren tienen amigos y parientes que se enteran de inmediato. Se publican esquelas mortuorias en periódicos y redes sociales. Se escriben tarjetas de pésame. Cuando muere alguien conocido o asesinan a un inocente, la ciudad entera lo lamenta.


Unos pocos mueren solos, sin testigos. Nadie reclama sus cuerpos, nadie guarda luto. Apenas un nombre en una lista. En 2022, Pedro Enchicle, de 72 años, fue uno de ellos.


Pedro Enchicle, nombre simple, dos palabras. Sin respuestas sobre quién era, cuál fue su vida, qué le preocupó, a quien amó o quién le amó. Como la mayor parte de los samarios, su vida transcurrió al margen.


Pero su muerte, aún en soledad, desató un proceso sofisticado. Implicó a una serie de personas que dependen, en parte o en su totalidad, de la muerte.


Docenas de personas que nunca le conocieron, ruedas del engranaje de la muerte que mueve la burocracia, terminaron resolviendo los asuntos de un hombre que dejó el mundo sin hacer ruido.


Con cada muerte aparece una historia de vida, tal vez algún significado. ¿Podría explicar alguien el final en soledad de Pedro Enchicle? Tal vez no. Murió llevándose secretos. Sobre su vida y quiénes le importaron. Sobre penas y alegrías. Es lo que tiene la muerte. Cierra unas puertas al tiempo que abre otras…

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Álvaro Cotes Periodista