La inédita historia de un hombre que hoy es un exitoso empresario de Santa Marta

Por Álvaro Cotes Córdoba 

Voy a contarles una historia real de superación de una persona que conocí desde que era un niño, quien residía con sus padres y hermanas mayores por la casa donde yo vivía desde que nací, hasta que me convertí en adulto. Su familia era de las más pobres que existía por el sector residencial. Y su padre era el único sustento en el humilde hogar, conformado por siete personas: Mamá, papá y cinco hijos, entre ellos tres mujeres y dos varones. Pero como a veces ocurre en las familias, uno de los miembros del modesto hogar, en esta ocasión fue el padre, cayó en desgracia por las drogas, al punto de que mostró comportamientos esquizofrénicos. Por lo que, Julito, el nombre ficticio que le he puesto al niño protagonista de esta historia, debió asumir las riendas del hogar desde muy temprano, poniéndose a trabajar. Cuando cumplió los 18 años empezó de mensajero en una droguería de la ciudad, en donde después ascendió a almacenista y luego ocupó un puesto importante dentro de la misma como agente responsable de contactar a las distribuidoras nacionales, para la adquisición de los medicamentos. Durante esa actividad que se prolongó por muchos años, se rozó y ganó la confianza de grandes empresas distribuidoras de medicinas en el país. Y se dio cuenta que podía aprovechar esa circunstancia e influencia, para independizarse y convertirse en un distribuidor local de medicamentos, lo cual hizo y no solo montó su propia distribuidora, sino que también unas droguerías y un almacén de equipos médicos. Le fue tan bien, que se volvió millonario. Metió a trabajar en sus empresas a sus hermanas y hermano. Le compró a su madre una casa y la ha llevado a conocer varios países, un sueño que se veía imposible cuando vivieron muy pobres por mi casa. El nombre de ese empresario de la ciudad me lo reservo, porque no le he pedido aún la autorización de publicarlo.